Federico Delgado Montiel nació en Sevilla el 3 de enero 1929 en el seno de una familia muy humilde. Vivió una infancia marcada por las penurias y la Guerra Civil. Alentado por sus profesores, que desde muy niño vieron en él un talento innato para el dibujo, logró ingresar en 1941 en la Escuela de Artes y Oficios de Sevilla y cuatro años más tarde en la Escuela Superior de Bellas Artes de la misma ciudad.
Federico destacó entre sus compañeros de carrera. Ganó el segundo premio de la II Exposición Regional de Arte de Sanlúcar de Barrameda cuando contaba tan solo diecinueve años y en 1950 obtuvo la Beca “Pintores del Paular” que el Ministerio de Educación y Ciencia concedía a los mejores estudiantes de Bellas Artes con el fin de reunirlos en un curso de verano en el monasterio segoviano junto a jóvenes artistas de diferentes nacionalidades. En 1950 se matriculó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Un año después, en 1951, participó en la Exposición Provincial de Arte de Sevilla del SEU y fue premiado de nuevo en la Regional de Sanlúcar de Barrameda y en una exposición del Ayuntamiento de Sevilla sobre “Rincones y paisajes típicos sevillanos”. Asimismo, obtuvo la beca para los cursos de verano organizados en La Rábida sobre Paisaje. Ese mismo año participó en la Exposición Provincial de Arte de Sevilla del SEU y fue premiado de nuevo en la Regional de Sanlúcar de Barrameda y en una exposición del Ayuntamiento de Sevilla sobre “Rincones y paisajes típicos sevillanos”.
En 1952, Federico, junto con algunos otros miembros de dichos cursos, entre ellos Milla, Comas y Rodríguez Trujillo, organizó una exposición, Primer Salón de la Joven Escuela Sevillana. En 1958 realizó su primera exposición individual en la ciudad, en la Galería San Fernando. A finales de 1959 cinco de los compañeros del I Salón de la Joven Escuela Sevillana decidieron crear un nuevo movimiento artístico: "el Grupo itálico", cuya experiencia se caracterizará por su brevedad. El "Grupo itálico" estaba constituido por Federico Delgado Montiel, Armando del Río Llabona, José Morales Tejero, Antonio Milla Tejero y Ricardo Comas. En febrero de 1960 celebraron su primera exposición en el Ateneo sevillano.
En la década de los sesenta Federico estaba a punto de experimentar cambios que marcarían su vida y su obra para siempre. En septiembre de 1962, con treinta y tres años, recibió la beca Josephine Von Karman para realizar estudios en Nueva York. En esta ciudad el artista entra en su etapa de madurez. El país al que Federico llegó se debatía entre las reformas renovadoras del recién nombrado presidente, J.F. Kennedy, la ruptura de relaciones con Cuba y el fracaso del desembarco de Bahía de Cochinos. Asimismo, Federico fue testigo directo de la lucha llevada a cabo por la comunidad afroamericana en el Movimiento por los Derechos Civiles. También vivió de cerca la preocupación existente en el país por la guerra de Vietnam y conoció el impacto que supuso en la sociedad norteamericana los asesinatos de J. F. Kennedy, Luther King y Malcom X.
En Nueva York Delgado Montiel estudió en The Arts Student League con la Beca Von Karman y recibió clases de Sidney Gross y Harry Stemberg. Asimismo, asistió a conferencias y exposiciones de Pollock sobre expresionismo abstracto. Federico desarrolló entonces una técnica muy personal, denominada más tarde “expresionismo figurativo” o “realismo abstracto” que caracterizará toda su obra posterior. En 1964 abrió una galería de arte, Delgado’s Art Gallery en el neoyorquino barrio de Brooklyn que permaneció abierta hasta 1975, año en el que decide volver a su país natal.
A su vuelta de Nueva York su vida vuelve a experimentar numerosos cambios. Federico volvía a una España nueva, que afrontaba los cambios de la Transición con ilusión. Posteriormente, Federico se presentó a las oposiciones al cuerpo de profesores de secundaria y obtuvo plaza en Málaga. Posteriormente se trasladó a Cádiz y finalmente a Huelva, ciudad en la que pasó toda una década, de 1983 a 1994, año en que se jubiló. A lo largo de esos años, participó activamente en cuantas iniciativas culturales se llevaban a cabo en Huelva y en Sevilla y participó en grandes exposiciones como la del Certamen Nacional Pintores para el 92, de Caja San Fernando y de El Monte. En los últimos años ha recibido diversos homenajes en Sevilla y en Huelva. En 2006 el Ateneo de Sevilla le organizó una exposición y en 2008 recibió un homenaje en la Casa Colón de Huelva.
Es considerado el primer pintor abstracto sevillano y desde finales de los cincuenta destacó por su aportación e innovación en la pintura sevillana. En noviembre de 2010 creó la Fundación Delgado Montiel con el fin de fomentar y difundir el conocimiento artístico y la conservación de su propio legado. El 28 de julio de 2016 falleció en la ciudad que lo vio nacer a los 87 años, tras una larga vida dedicada enteramente al arte.
Su obra se mueve entre el lenguaje figurativo como abstracto siendo el último más polémico y más intimista. En sus obras, Delgado Montiel plasmó la síntesis entre la figuración y la abstracción utilizando técnicas como el aerógrafo que dotó a sus obras de esa volatilidad característica, esa elegancia visual y ese lenguaje estético siempre en continua renovación. Su obra es una aportación valiosa al arte contemporáneo a caballo entre los siglos XX y XXI.
Federico destacó entre sus compañeros de carrera. Ganó el segundo premio de la II Exposición Regional de Arte de Sanlúcar de Barrameda cuando contaba tan solo diecinueve años y en 1950 obtuvo la Beca “Pintores del Paular” que el Ministerio de Educación y Ciencia concedía a los mejores estudiantes de Bellas Artes con el fin de reunirlos en un curso de verano en el monasterio segoviano junto a jóvenes artistas de diferentes nacionalidades. En 1950 se matriculó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando en Madrid. Un año después, en 1951, participó en la Exposición Provincial de Arte de Sevilla del SEU y fue premiado de nuevo en la Regional de Sanlúcar de Barrameda y en una exposición del Ayuntamiento de Sevilla sobre “Rincones y paisajes típicos sevillanos”. Asimismo, obtuvo la beca para los cursos de verano organizados en La Rábida sobre Paisaje. Ese mismo año participó en la Exposición Provincial de Arte de Sevilla del SEU y fue premiado de nuevo en la Regional de Sanlúcar de Barrameda y en una exposición del Ayuntamiento de Sevilla sobre “Rincones y paisajes típicos sevillanos”.
En 1952, Federico, junto con algunos otros miembros de dichos cursos, entre ellos Milla, Comas y Rodríguez Trujillo, organizó una exposición, Primer Salón de la Joven Escuela Sevillana. En 1958 realizó su primera exposición individual en la ciudad, en la Galería San Fernando. A finales de 1959 cinco de los compañeros del I Salón de la Joven Escuela Sevillana decidieron crear un nuevo movimiento artístico: "el Grupo itálico", cuya experiencia se caracterizará por su brevedad. El "Grupo itálico" estaba constituido por Federico Delgado Montiel, Armando del Río Llabona, José Morales Tejero, Antonio Milla Tejero y Ricardo Comas. En febrero de 1960 celebraron su primera exposición en el Ateneo sevillano.
En la década de los sesenta Federico estaba a punto de experimentar cambios que marcarían su vida y su obra para siempre. En septiembre de 1962, con treinta y tres años, recibió la beca Josephine Von Karman para realizar estudios en Nueva York. En esta ciudad el artista entra en su etapa de madurez. El país al que Federico llegó se debatía entre las reformas renovadoras del recién nombrado presidente, J.F. Kennedy, la ruptura de relaciones con Cuba y el fracaso del desembarco de Bahía de Cochinos. Asimismo, Federico fue testigo directo de la lucha llevada a cabo por la comunidad afroamericana en el Movimiento por los Derechos Civiles. También vivió de cerca la preocupación existente en el país por la guerra de Vietnam y conoció el impacto que supuso en la sociedad norteamericana los asesinatos de J. F. Kennedy, Luther King y Malcom X.
En Nueva York Delgado Montiel estudió en The Arts Student League con la Beca Von Karman y recibió clases de Sidney Gross y Harry Stemberg. Asimismo, asistió a conferencias y exposiciones de Pollock sobre expresionismo abstracto. Federico desarrolló entonces una técnica muy personal, denominada más tarde “expresionismo figurativo” o “realismo abstracto” que caracterizará toda su obra posterior. En 1964 abrió una galería de arte, Delgado’s Art Gallery en el neoyorquino barrio de Brooklyn que permaneció abierta hasta 1975, año en el que decide volver a su país natal.
A su vuelta de Nueva York su vida vuelve a experimentar numerosos cambios. Federico volvía a una España nueva, que afrontaba los cambios de la Transición con ilusión. Posteriormente, Federico se presentó a las oposiciones al cuerpo de profesores de secundaria y obtuvo plaza en Málaga. Posteriormente se trasladó a Cádiz y finalmente a Huelva, ciudad en la que pasó toda una década, de 1983 a 1994, año en que se jubiló. A lo largo de esos años, participó activamente en cuantas iniciativas culturales se llevaban a cabo en Huelva y en Sevilla y participó en grandes exposiciones como la del Certamen Nacional Pintores para el 92, de Caja San Fernando y de El Monte. En los últimos años ha recibido diversos homenajes en Sevilla y en Huelva. En 2006 el Ateneo de Sevilla le organizó una exposición y en 2008 recibió un homenaje en la Casa Colón de Huelva.
Es considerado el primer pintor abstracto sevillano y desde finales de los cincuenta destacó por su aportación e innovación en la pintura sevillana. En noviembre de 2010 creó la Fundación Delgado Montiel con el fin de fomentar y difundir el conocimiento artístico y la conservación de su propio legado. El 28 de julio de 2016 falleció en la ciudad que lo vio nacer a los 87 años, tras una larga vida dedicada enteramente al arte.
Su obra se mueve entre el lenguaje figurativo como abstracto siendo el último más polémico y más intimista. En sus obras, Delgado Montiel plasmó la síntesis entre la figuración y la abstracción utilizando técnicas como el aerógrafo que dotó a sus obras de esa volatilidad característica, esa elegancia visual y ese lenguaje estético siempre en continua renovación. Su obra es una aportación valiosa al arte contemporáneo a caballo entre los siglos XX y XXI.